
La contabilidad convencional sugiere una ilusión de control de nuestras existencias, pero ineficiente a la hora de tomar decisiones. El precio de compra original solo es útil para la transacción o para vigilar el precio de recompra, pero nunca nos ayudará a tomar una decisión precisa para programas de comunicación o maximización del beneficio.
Por ejemplo, si usted vende muebles y tiene una silla que ha quedado suelta, sin mesa a juego ni ningún otro tipo de conjunto con la que pueda ser vendida el valor de esta silla no es superior al valor de la madera con la que está fabricada.
Imagine tener mil euros en zapatos sin pareja, la contabilidad convencional le dirá que tiene mil euros en stock, pero el valor real es 0. En joyería hemos tenido que lidiar con un problema inverso, nuestro stock cada día valía más, algo que en principio haría feliz a cualquiera, pero que nos ha obligado a plantearnos las siguientes preguntas:
- ¿La cantidad asegurada es la correcta?
- ¿El precio de venta debe estar basado en el precio de compra o en el precio actual?
- ¿Debo reducir mis existencias?
Nuestra propuesta de controlar los costes mediante algoritmos posibilita incluir variables que incremente y disminuyan el valor del stock, por lo que vamos más allá de calcular la depreciación del producto. Por ejemplo un kilo de pescado disminuirá de valor a cada día que pase, pero su valor puede verse elevado por una repentina escasez.
La gran utilidad que en mi opinión podemos encontrar en esta forma de control es el cálculo preciso del precio de venta. Conocer el valor real del producto es necesario para establecer un precio que maximizará los beneficios aunque la tendencia hoy día es llevar este a la baja, una disminución o mantenimiento puede ser un error que tendrá un alto coste.
En 2008 el oro aceleró su ascenso de precio a la vez que una crisis económica golpeaba a occidente. La tendencia inicial en el pequeñas joyerías fue mantener el precio para no perder más cuota de mercado, pero la pasividad, no solo, no evitó la pérdida de clientes sino que trajo consigo un hundimiento de los beneficios mucho mayor a la pérdida de volumen de ventas.
¿Cómo pudo suceder? En principio, pensar que si un cliente ve un día un precio de 60€ y al día siguiente un precio de 80€ se irá para siempre, pero cuando realmente el cliente dejará de comprar es cuando haya mercancía que vender.
Supongamos que tenemos 100 mil € de stock a un precio de venta de 200 mil € y unas ventas estimadas de 200 mil €. Las condiciones del mercado cambian y en poco tiempo nuestro stock real es de 150 mil € y nuestra estimación de ventas 150 mil €. Nos enfrentamos a dos decisiones:
- Primero. Mantener el precio. Podemos suponer que si vendemos 150 y nos costó 100 nuestro beneficio es 50, pero esta visión es errónea. Para el próximo año debemos abastecernos con 75 para hace frente a los 150 de ventas y nos quedamos 75 de beneficios.
- Segundo. Elevar los precios a 300 mil. Para empezar ya hemos ganado lo mismo que en el caso anterior sin hacer nada, ya que nuestro stock tiene un valor 50 mil más. Si llegamos al objetivo de 150 de ventas restarán 75 de inventario, por lo que el abastecimiento del siguiente periodo no será necesario, por lo que el beneficio total será de 150 mil. Se puede suponer que venderemos 0, pero aún así habremos obtenido el mismo beneficio que el caso anterior sin incurrir en costes de venta.
En el primer caso los beneficios han caído la misma proporción que las ventas, en el segundo los beneficios se han elevado en la misma proporción que el aumento de la materia prima.
Otra consecuencia de la decisión es como afecta a la exposición. El primer caso la exposición obligatoriamente debe ser reducida a la mitad, mientras el segundo caso puede mantener su exposición. Esta decisión es importante ya que la exposición constituye un elemento de comunicación importante, un surtido amplio y variado siempre influirá en la decisión de compra del cliente.
Cada caso es específico y requiere su propio tratamiento, la rotación de inventario, el tiempo de reposición, carácter perecedero del producto etc deberán influir en la decisión que se tome. Lo que no cabe duda es que dar una respuesta rápida a los cambios que surjan es esencial si se pretende que nuestra empresa vea el próximo año.

